Comentario
Como hija primogénita de José I, y dada la ausencia de hermanos, María recibe la Corona a la muerte de su padre, pero en este dilatado período no gobernó en solitario, ya que en 1792, debido a problemas de salud, fue incapacitada para gobernar por lo que la regencia del reino fue asumida por su hijo Juan, aclamado y reconocido como rey desde ese mismo momento.Las primeras medidas gubernamentales que adoptó María supusieron un giro fundamental en la política llevada a cabo por su padre; la viradeira, como ha sido denominada esa reacción antipombalina, culminó en una remodelación del Gobierno: cese de Pombal, participación de la gran nobleza en el poder, revisión del proceso a los regicidas y facilidades de promoción a las familias nobles, además de suponer un profundo cambio en las orientaciones gubernamentales en todos los sentidos, desde la política económica a la diplomática.A nivel exterior las directrices vienen marcadas por tres hechos: distanciamiento de Inglaterra, abandono del aislamiento intensificando las relaciones diplomáticas con toda Europa y reforzamiento de los lazos con España. El acuerdo con ésta se materializó en el llamado Pacto de San Ildefonso (1777) donde se intentaba delimitar definitivamente las fronteras entre las colonias hispano-lusas de América; el objetivo era conseguir una paz perpetua basada en las relaciones de amistad y parentesco existentes entre las dos casas reinantes. Portugal se comprometía a renunciar a la navegación en los ríos del Plata y Uruguay, cediendo los territorios de ambas cuencas fluviales, con lo que la controvertida colonia de Sacramento revertía de nuevo a España; a cambio, se le garantizaba el derecho a la libre navegación en la entrada del río Grande de San Pedro, con el dominio de su parte meridional. También se contemplaba el reconocimiento mutuo de la libertad de los súbditos de ambas naciones y la cesión de las colonias portuguesas de Fernando Poo y Annobón, en el golfo de Guinea, a España. Con Rusia se intenta en 1776 el establecimiento de relaciones con el objetivo de introducir mercancías portuguesas (vino de Oporto) en el mercado ruso; el tratado formalizado a finales de 1787 contenía una doble consideración: tratado de amistad y paz perpetua entre ambas naciones y acuerdos comerciales. La intensa actividad diplomática llevada a cabo se plasmó en la firma de otros acuerdos con Francia (1778), Saboya (1787) y Holanda (1794), pero el estallido de la Revolución Francesa cortó esta acción exterior; la primera reacción portuguesa fue de expectación, y cuando se gestaron las coaliciones europeas (1792-1795) contra el gobierno revolucionario Portugal se alineó con ellas enviando un cuerpo expedicionario al condado del Rosellón.A nivel interno, los cambios en la orientación política se muestran claramente en la estructura económica: sustituir el mercantilismo pombalino por el liberalismo económico; para ello se abolieron las compañías monopolísticas con Brasil, se transfirieron manufacturas del Estado a empresas privadas, se suprimió la antigua junta de Fábricas del Reino y se proclama el libre comercio en 1780. La junta de Comercio es modificada a finales de los años setenta para introducir comisiones que estudiaran el tema de la agricultura, la industria y la navegación. Todo ello, consecuencia de una preocupación fisiocrática que se plasmaría en intentos como la introducción de nuevos cultivos -patata, arroz- y en estímulos a la producción; la propia Universidad de Coimbra coadyuva a la empresa agrícola nacional al crear una cátedra de Botánica y Agricultura, juntamente con la Academia de Ciencias, que convocaría premios para estudios sobre el tema. Sin embargo, el objetivo prioritario seguía siendo el relanzamiento del comercio; ahora se intentan nuevos mercados por toda Europa (Holanda, Irlanda, Dinamarca, Prusia, Suecia, Rusia) y consolidar los tradicionales (Inglaterra, España). Por primera vez Portugal conseguiría una balanza de pagos favorable que representó un cierto desahogo para el erario público. Igualmente, el comercio nacional es tratado con preferencia y en 1779 se dictan medidas para su regulación al tiempo que se mejoraba la infraestructura de transportes y comunicaciones. La manufactura recibió ayuda estatal mediante exenciones fiscales a empresarios particulares que crearan industrias. Se intensificó la cría de gusanos para el sector textil y se crearon escuelas de hilados hacia 1788. De esta manera encontramos un cierto desarrollo de la industria minera, de la salinera y del vidrio. Todas estas medidas económicas se tradujeron en una importante prosperidad, una gran circulación monetaria, una reducción del déficit público y una cierta estabilidad política.Fue importante también la reorganización hacendística, buscando acrecentar los ingresos: imposición de un nuevo tributo sobre el papel sellado (1797) que debían pagar todos los grupos sociales -la enorme oposición que suscitó provocó su abolición en 1804- y creación de la lotería (1783), destinándose parte de sus beneficios al mantenimiento de hospitales y casas de expósitos. El aparato militar conoció relevantes modificaciones entre los años 1779-1783: implantación del servicio militar obligatorio por diez años, endurecimiento de los castigos, creación de Academias del Ejército y Marina, remodelación de la Artillería que sería introducida en la Marina, aumento de las construcciones navales y creación del Cuerpo de Cirujanos de la Armada; en enero de 1790 se creó la Academia Real de Fortificación, Artillería y Diseño, que llegó a convertirse en la primera escuela militar del país claramente orientada hacia los estudios de ingeniería. En la maquinaria institucional se crea una junta de Ministros (1778) con reuniones semanales y participación real; se acomete una labor compiladora del derecho, llegando a publicarse una recopilación de leyes antiguas y modernas, y hacia 1790 se procede a un cambio en la administración territorial que divide al país en seis provincias.El hijo de María, Juan se hizo cargo de la regencia en 1792 con la ayuda de políticos experimentados al frente de las Secretarias -Monte Lima, Martín de Melo, Seabra da Silva y Luis Pinto de Sousa-, ejerciendo una labor continuadora y dedicando especial atención al campo de la justicia y de las leyes, iniciando la publicación de todo lo referente a la Administración (ordenanzas, personal) a través de la Gaceta de Lisboa, dictando un Reglamento de Correo y regularizando los servicios públicos. Aunque muy poco después sus esfuerzos se encaminarían a hacer frente a la amenaza revolucionaria y a los intentos de expansionismo hispano-francés a costa del territorio nacional.